Un testigo clave en un caso de tráfico de armas de alto nivel ha sido recompensado por su cooperación con el tribunal. Un juez federal de Las Vegas lo condenó a ocho meses de reclusión domiciliaria.
Richard Paul, residente en Colorado, fue uno de los tres hombres que aceptaron acuerdos de culpabilidad tras admitir que habían vendido armas para Nicholas Bickle, un SEAL de la Marina de San Diego. Paul fue llamado a testificar contra su viejo amigo Bickle.
Tras la cooperación de Paul, la fiscalía pidió al tribunal una reducción de la pena, pero recomendó una condena de 51 meses de prisión. Sin embargo, el juez superior de distrito Roger Hunt concedió a Paul lo que califica de "gran salida" de su carrera. Su razonamiento fue que Paul tiene un gran respeto por la ley, anteponiendo la ley a la protección de su amigo criminal. Paul dijo que Bickle era la fuente de ametralladoras y pistolas que vendió desde su casa en 2010.
Bickle, de 34 años de edad, fue dado de baja de la Armada con "carácter no honorable" cuando Hunt ordenó su detención por el Servicio de Alguaciles de los Estados Unidos. Ha sido etiquetado como el cabecilla de una conspiración para comerciar ilegalmente con armas de fuego, trayendo ametralladoras de Irak y vendiéndolas para su propio beneficio.